Titulo: Un motivo para cada recuerdo
Autor: KRoss/ Rooss
Pareja: RinxHaruka
Advertencias: Ninguna
Publicado en: https://www.fanfiction.net/s/10161684/1/Un-motivo-por-cada-recuerdo // http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=118583
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Año tras año, Rin no tiene un motivo por el cual festejar un
14 de febrero.
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A lo más que aspira, cuando ese día llega, es a obsequiarle
rosas a su madre y chocolates a Gou.
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Detesta con el alma como cada aparador del centro comercial
es atestado por corazones de papel y ofertas de a montón. Detesta también la
melosidad y el exceso de dulzura que puede oler como feromonas en el aire.
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—Maldita sea, Gou.
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Pero lo que más detesta, y sin embargo no puede evitar, es
ser fácilmente manipulado por su hermana menor.
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La culpable de convencerse de salir del calor de su hogar
solo para pasar tiempo esperando en aquel mirador cerca de la plaza central de
la ciudad. Completamente solo, con su aliento siendo expulsado y visible desde
su boca como único sonido y compañía. De pie, con los brazos apoyados en el
barandal y con una bolsa colgando de una de sus manos.
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Una bolsa sin adornos de color vino con un moño verde
pálido.
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"¡Ánimo, oni-chan!"
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A Rin de repente le cedió un tic en el ojo izquierdo. No
había sido decisión suya estar ahí, lo que es más, no era su deseo pasar un 14
de febrero fuera de casa.
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Cada quien tenía planes, o eso imaginaba.
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Makoto estaría con su familia, y más que estar festejando
motivos de romance, estaría pasando un momento agradable con sus hermanos y sus
padres. Nagisa estaría en casa de sus padres, posiblemente siendo el blanco
fácil de sus hermanas al querer "vestirlo" apropiadamente para la
ocasión. Rei, por otra parte, estaría de visita en casa de su abuela recibiendo
raciones de comida para toda una semana.
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Nitori, por primera vez, solo se limitó a desearle un feliz
día con la misma efusividad de siempre y Mikoshiba finalmente tendría una cita.
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—Hn, ¿Qué chica sería tan valiente para salir con ese
idiota? —se preguntó, rayando en la obviedad pensando en la única chica que
Mikoshiba estaría dispuesto a invitar y convencer por todos los medios
necesarios— ¡Gou! —gritó casi con pánico —¡Maldición! —volvió a maldecir.
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A su hermana nada se le escapaba y aquella situación, en la
que los únicos abandonados resultaban ser él y Haru, le resultó tentadora,
tanto, que había terminado convenciendo a Rin de salir con el Nanase a dar una
vuelta.
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Era obvio lo que planeaba la Matsuoka, lo que no era obvio
era esa posibilidad de romance entre su capitán y su hermana. Sacudió la
cabeza. Eso no era lo que le estresaba ahora.
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"¡Es 14 de febrero, yo tendré una cita fabulosa y tú no
te quedaras en casa! ¿Oíste, oni-chan?"
.
Él estaba ahí, esperando a que el nadador de Iwatobi se
dignara a llegar para que dieran la dichosa vuelta por el centro y así terminar
aquella estupidez.
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Suspiró.
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Siendo Haru debía creer en la posibilidad de que ni siquiera
llegará. Haru odia las multitudes y las actividades desgastantes que no tienen
nada que ver con nadar, agua, y ninguna de sus otras derivantes.
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—Esto es una pérdida de tiempo
.
Eso, junto a algo totalmente fuera de lugar y vergonzoso. Es
decir, ¿Qué se supone que harían ellos dos paseando por el centro?, no era como
que fueran pareja para detenerse en cada aparador y contemplar cualquier cosa
que el otro quisiera comprar solo con la satisfacción de poder ver el sonrojo
del otro. No era como para que se tomaran de la mano. No era ni siquiera para
que se rieran por cualquier tontería.
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Su amistad era extraña, básicamente adoraban fastidiar al
otro, Rin con demasía a Haru claro está. El Nanase, por otro lado era serio a
la máxima potencia y parecía tener un disgusto por sonreír.
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Sus personalidades competitivas chocaban y gradualmente
ocasionaban disgusto entre ambos. ¿Cómo dos chicos amargados y poco
hiperactivos podrían pasar un 14 de febrero bien?
.
"Algo bueno podría surgir de esto"
.
El Matsuoka bufó, siendo él quien esperaba al otro se dio cuento
de la imagen que estaba dando de sí mismo, la cual resultaba poco agradable.
Como un novio llegando con anticipación esperando ansioso a su pareja. Se
sonrojó para luego gruñir y fruncir el ceño ante pensamientos absurdos.
.
Haru era atractivo pero poseía una personalidad pésima y ni
que decir de él. Eran dos hombres completamente insípidos, pero aun así…
.
"Haru dejó la natación porque se sintió culpable de
haberte herido aquel día"
.
"La única razón por la que Haruka-senpai nada, es por
usted, Rin-san"
.
"Aunque no lo dijera, Haru-chan siempre se emocionada
al nadar junto a ti, Rin-chan"
.
"Oni-chan, deberías ser más consciente de los
sentimientos de las personas que te rodean, de las personas que se preocupan
por ti"
.
Tras recapacitar oyendo las versiones de sus compañeros y de
su hermana, Rin recobró la confianza con él, recobró los recuerdos que tenía
con él y también esos extraños sentimientos que sepultó demasiado pronto por
él.
.
Porque la única razón por la que el de cabellos borgoñas
había regresado de Australia era Haru y nadar nuevamente a su lado le hizo más
claro todo eso que sentía cuando pequeños. No era admiración, no era
competencia, no eran celos, era amor.
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—Rin
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El Matsuoka se estremeció, dejando de ver colina abajo desde
la posición melancólica en a que estaba, volteándose a mirar al recién llegado.
.
La posibilidad de ser descubierto con aquellos pensamientos
lo hizo sonrojarse más. Apaciguando la vergüenza detrás de una cara
malhumorada, menguando así sus nervios ante el de cabello negro.
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—Haru idiota, me asustaste —expresó el Matsuoka intentando
ocultar sus mejillas color grana detrás de su brazo superpuesto entre su
rostro.
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—No necesitas ser mal hablado ¿sabes?
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—¿Por qué demonios tardaste tanto? —exigió saber Rin,
ignorando la preguntar de Haru.
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Ambos llevaban ropas de invierno. Aún era febrero y parecía
la perfecta excusa para abrigarse hasta el cuello.
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—Yo no tarde, tu llegaste antes—afirmó el pelinegro subiendo
la intensidad del color carmín en las mejillas del Matsuoka.
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—¡E-Eso…! ¡Previne tu lentitud, es todo!
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Lo detesta, detesta con ahínco ese día, pues recordar el
motivo por el que ambos están ahí le hace pensar que ellos dos están en una
cita y eso obliga a no poder evitar sonrojarse cada vez más.
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—¿Y eso?
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La astucia de Haru, esa que Rin detestaba a veces, le sumo
puntos en contra a que en verdad terminara de odiarlo. La mirada del Nanase era
directa a aquel regalo que el de cabellos borgoñas sostenía. Y los colores en
su rostro, en lugar de dispersarse, solo se acumularon más, dejándolo encendido
como una bombilla de navidad.
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—¿E-Esto…? —alzó el presente, remarcando lo obvio. Trago
grueso— "¡miente!" —se auto ordenó— ¡E-Es para Gou, si, es para ella!
—la serenidad, casi rayando en la pereza, en el rostro de Haru le demostró a
Rin que su plan sobre mentir había funcionado.
.
No le diría nada, no quedaría patética y humillantemente
frente a él diciéndole que ese regalo era precisamente para él. No había sido
estrategia de Gou esta vez, había sido de su estúpido lapsus brutus en querer
obsequiarle algo a Haru.
.
—"¿Por qué le compre algo a alguien como él?" —se
auto reprendió, y era precisamente porque no eran pareja que Rin reconoció sus
sentimientos hacia el pelinegro en ese instante.
.
Las escenas en las que él, Haru y aquel cerezo siempre eran
protagonistas. Miradas discretas, otras no tantas. Aquella infantil sonrisa que
siempre se esforzaba por mostrarle al de cabellos negros, irradiando felicidad
al estar siempre a su lado. De vez en cuando lograba plasmar algo más que solo
seriedad en el rostro del Nanase. Alegría. Y Rin era muy feliz al ser él quien
se la otorgara.
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Pero las cosas cambiaron, su amistad se truncó y estando uno
lejos del otro vinieron los momentos en los que ambos creyeron perderse.
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Ninguno de los dos pensó que su amistad volvería a ser igual
y en cierto punto ya no lo era. Las miradas astutas y discretas volvieron, y
cada uno de ellos cuidaba del otro en secreto. Atesoraban en secreto, hacían de
ese sentimiento cada vez más intenso, pero también hacían que las
inseguridades, de cruzar la línea de la amistad, salieran a flote.
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Rin, agobiado por aquellos pensamientos, dudo en seguir
mirando a Haru. En su intento por demostrar que no le importaba la vergüenza,
descubrió que el Nanase sujetaba algo en su mano derecha.
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—¿Eso es un…?
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El pelinegro dejó de demostrar inexpresión cuando notó la
mirada curiosa del Matsuoka sobre él. Claramente, en su mano sujetaba una bolsa
de regalo color avellana. Haru frunció el ceño, alertando las mejillas
ligeramente arreboladas que ahora tenía.
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—E-esto… —carraspeó cubriéndose parte de la boca ante la
pena— me lo dio una chica —mintió y al igual que Rin, miró decepcionado al
piso.
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La nieve cubría gran parte de este y sus zapatos estaban con
una fina tela blanca.
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La intención de mirar a Haru se apoderó del Matsuoka,
alzando con prudencia los ojos hacia él. Se mantuvo quieto y por esos eternos
segundos muchas cosas vinieron a su mente.
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"Seguiré mi propio sueño"
Nuevamente miró al Nanase y justamente en ese instante, a
sus propias palabras les encontró sentido. Su sueño estaba delante de èl. Su
sueño era terco, malhumorado, antipático, antisociable, amargado, algunas
ocasiones soberbio, otras veces insoportable.
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Tantos años e historias compartidas con él ahora venían a
reclamar ese amor secreto que alguna vez creyó sentir.
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—"Es él, siempre ha sido él…" —suspiró resignado,
dejando escapar una risa irónica.
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—Mentí —el momento auto reflexivo de Rin se dispersó al
escuchar al de cabellos negros hablar.
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—¿Eh?
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—Esto… —de forma brusca y tierna a la vez, Haru alzó el
brazo, estirándolo de tal manera que extendió el regalo hacia el de cabellos
borgoñas— esto es para ti
.
La escena se volvió tan vergonzosa que Rin fácilmente pudo
haberse echado a berrear y blasfemar, sin embargo, las emociones se apoderaron
de él y ocuparon gran parte de su autocontrol.
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La saliva pasó por si sola en su garganta y sus ojos se tensaron
en medio de un semblante absurdamente atónito pero secretamente feliz.
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Haru, olvidando las ocasiones en que se caracterizaba por
perder la paciencia y simplemente bufar, esta vez se mantenía firme, con ligera
ansiedad demostrada en sus labios apretados, junto a ese tinte tenue carmesí en
sus mejillas.
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—E-es… ¿es un chiste? —preguntó Rin ante la negación de lo
obvio.
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—Es obvio que no
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Ligeramente harto de permanecer en esa imagen tan
humillante, el Nanase insistió más en mover su brazo, obligando al de cabellos
borgoñas a captar que no se trataba de una broma, tomando del cordón la bolsa
de regalo.
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Rin se emocionó, ocultando esas ganas de sonreír
abiertamente detrás de esa risa colmilluda y nerviosa.
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—Espero que no sea algo cursi —expresó casi con las manos
sudorosas —"¡Por dios Rin, es solo un estúpido regalo!" —se mentalizó
comenzando a deshacer los papeles coloridos superpuestos sobre la bolsa— ¿es
una botella de agua? —bromeó.
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—Solo ábrelo —la seriedad de Haru solo le demostraba al
Matsuoka que su regalo iba enserio y al percibirlo de esa forma, Rin comenzó a
sentir sus latidos cada vez más frenéticos y espasmódicos.
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Con las ansias y ese extraño cosquilleo repitiendo un ciclo
en su pecho, Rin contuvo la respiración al tener entre sus manos un collar de
plata. No era en si la longitud de la prenda lo que le había hecho olvidar algo
tan fundamental como respirar, sino que había sido lo que contenía al final.
.
Lo recuerda perfectamente, porque se grabó completamente aquella
imagen en su mente. Cada noche antes de irse a dormir observaba la fotografía
de su familia, en donde su padre sonreía felizmente con Gou y él en brazos. A
un costado su madre. Y sobre su pecho resplandecía siempre un collar con un
dije.
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"Este collar vino del mar y con él vino tu madre, así
que algún día cuando seas grande esto será un regalo para esa persona a la que
más ames"
.
—Y volverá al mar…
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La mirada que Haru pudo percibir de Rin se volvió poderosa e
intensa.
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Ese collar se había perdido la misma noche en la que la vida
del padre de Rin había sido arrebatada por el océano. Ni su madre, ni siquiera
Gou, ni él, tuvieron nunca más alguna idea sobre su paradero. El dije era un
cuarzo rosa que al ser tallado había adquirido la forma de un pequeño tiburón.
.
Y en aquel entonces, la intrépida madre de Rin había sido
salvada, tras su mala experiencia al querer nadar en zonas profundas, por el
que sería su esposo en un futuro.
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Los mil y un recuerdos vinieron al de cabello borgoña, apartándolos
de apoco para volver la vista directamente a Haru.
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—¿D-De donde sacaste esto?
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—Del mar
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—¿Qué?
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—Lo encontré durante el entrenamiento intensivo en las 4
islas. Lo vi y al instante me hizo recordarte.
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Admirar aquel tesoro que vino del mar al final de cada
entrenamiento le hizo a Gou obtener curiosidad.
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—¿G-Gou lo sabía? —el de cabellos negros asintió con
serenidad.
.
—Por ella supe el significado de él y… supe lo importante
que sería para ti volver a tenerlo
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La respiración profunda y entrecortada de Rin vino después
de ese silencio, junto a los espasmos sin control de sus hombros.
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Detesta el 14 de febrero, detesta ser manipulado por Gou,
pero no detestará nunca cada uno de los momentos que pasa con él. Haru atesora
ese pequeño sollozo que alcanza a escuchar y sonríe de manera casi
imperceptible mientras se dedica a mirar hacia el frente, allá donde la nieve
ha ocupado la gran mayoría de los techos de casas y edificios, donde aún
perdura algunas luces de colores.
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—Yo también… —el Nanase pierde atención en el paisaje frente
a sus ojos, ladeando un poco el rostro para observar a un Rin casi pequeño e
infantil— yo también tengo un regalo para ti
.
Haru se azoró demostrándolo en aquel ahogado suspiro.
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De la misma manera en la que él le había extendido el regalo
a Rin, ahora el Matsuoka hacia lo mismo con el que él sostenía. De una manera
tan penosa pero apasionada y sincera.
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—¿No es para tu hermana? —preguntó el de Iwatobi con
sorpresa.
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—Calla y tómalo —insistió el de Samezuka completamente
apenado.
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Alguna vez, cuando eran pequeños, Haru mencionó que el olor
de Rin era una mezcla entre lo salado y lo dulce. Era una fragancia que no
podía describir pero, cuando tenía oportunidad lograba olerla cada vez que el
pequeño revoltoso de dientes filosos se despistaba, dejándole a su cuidado
aquella bufanda de color durazno con líneas horizontales y verticales bordadas
de negro, rojo y blanco.
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Era su más grande secreto.
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"Me gusta…"
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—…el olor de Rin…
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—¿Ah? —soltó el Matsuoka en una especie de quejido
desconcertante. Suficiente tenía con ver esa expresión arrebolada de Haru,
ahora su manera despistada le daba un aura tan infantil e inocente que para Rin
no era irrelevante, al contrario, le hacía sentir cosquilleo al verlo de esa
forma tan…humana, haciendo que su corazón palpitara con mucha rapidez.
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Haru sostuvo muy de cerca aquella bufanda y luego miró al de
Samezuka a modo de interrogante confusión.
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—¿Q-Que…? Deja de mirarme de esa forma
.
—¿Por qué me das tu bufanda?
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El apodado "tiburón" viró el rostro sonrojado
sumándole a su penoso semblante un puchero adorable y nervioso.
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—Po-Porque quiero que tengas algo mío, por eso —soltó con
dificultad.
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Haru se estremeció ligeramente y a diferencia de él, el
pelinegro no intentó ocultar su felicidad. Sonriendo y entintando sus mejillas
de un rosa notable se colocó la bufanda alrededor del cuello.
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A través de la nieve que comenzaba a caer, Rin observó la
sonrisa de Haru en el rostro mientras lo miraba de soslayo. Sonrió el también,
bufando en el proceso a modo de sentirse aliviado y entonces pensó, que su
felicidad en esos momentos era…
.
—Haru —lo llamó sin mirarlo a los ojos, fingiendo sentir
interés por la fría capa congelada del barandal de aquel mirador en el que
estaban.
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—¿Qué?
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—Tengo otro regalo para ti —el de Iwatobi engrandeció los
ojos, sorprendido.
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—¿Otro regalo?
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—Aa —afirmó— un regalo parecido a la vista que te mostré
alguna vez
.
—¿Ah?
.
—Algo…que nunca hayas visto ni previsto
.
"Te mostraré una vista que nunca hayas visto,
Nanase"
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—¿Ah? —volvió a insistir Haru su confusión.
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—¡Solo cierra los ojos! —gritó en medio de un colapso
nervioso. Su rostro era oscurecido por su flequillo dándole así mas intriga a
la situación. Era vergonzoso, era estúpido, era real.
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—Bien —acostumbrado a los berrinches de Rin, Haru terminó
por acceder para darle fin a aquel misterio sin esperar nada fenomenal. Su
sorpresa vino segundos después y ni siquiera el aliento de Rin, tras percibirlo
muy de cerca, pudo hacerlo entender lo que sucedía.
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Nunca había besado a alguien, nunca había pensado en
hacerlo, nunca había pensado en lo que se sentiría.
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Rin sostuvo su mejilla de manera delicada y mientras lo
hacía, lo acariciaba.
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Roce aterciopelado. Sus labios encimados a los de él, tan
solo de esa manera le hizo enloquecer. No hubo resistencia por parte de Haru,
en su lugar hubo sorpresa. Sorpresa que fue menguada por el dulce y apasionado
beso al que correspondió.
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El Matsuoka lo sostuvo con firmeza por medio de la bufanda,
previendo una posible renuencia de parte suya, en caso de que Haru quisiera
escapar de él. Incluso se agachó un poco para quedar a su altura, dando más
romanticismo a su inesperado beso. Y el pelinegro nunca se alejó.
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Un gemido quedo guardado en la profundidad de la boca de
Rin, un gemido de Haru.
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"Quiero que tengas algo mío, es todo"
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—"Ahora…yo tengo algo suyo…" —pensó el de cabellos
borgoñas.
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Sus sonrojos, su mirada apasionada, sus malos humores, sus
pocas palabras, sus ocasionales sonrisas, sus miradas pausadas, y ahora había
tenido su primer beso.
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—R-Rin…
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—Feliz San Valentín, Haru…
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Su felicidad era la sonrisa del azabache.
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Bajo el calor de la bufanda que ahora rodeaba el cuello del
Nanase, junto a centello del collar de Rin en su cuello, se hicieron una
promesa. Que cada año volverían a aquel mirador, y a escondidas de los demás,
recordarían juntos lo que sería su primer beso.
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—¿Encontraste un motivo, oni-chan? —pregunta Gou desde el
living ante aquella sonrisa boba que su hermano ha llevado a casa.
—Si
.
Un motivo para finalmente comenzar a festejar un 14 de
febrero.
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ASDGJÑFSJLÑDDGJK QUE CAGUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
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